miércoles, 26 de enero de 2011

Glorias de un Ejercito Invasor - La Lista de Domeyko

A las 4 de la tarde del 17 de enero de 1881, las tropas Invasoras chilenas entraron a Lima luego de Chorrillos y Miraflores. El coronel chileno Pedro Lagos y su batallón “Curicó” recibieron la orden de ocupar la Biblioteca Nacional de Perú, una de las más completas de esta parte del mundo. Entonces, sus salas de lectura se convirtieron en caballerizas y el olor a papel se tornó fétido.
Le pidió a Manuel de Odriozola, el bibliotecario, que le muestre la vasta colección que incluía valiosas ediciones de la Biblia, clásicos griegos y latinos, incunables europeos, ediciones plantinianas, elzeverianas, manuscritos notables, entre ellos varios procesos de la Inquisición, memorias de virreyes y documentos sobre la Compañía de Jesús.
Lagos exigió las llaves de la bóveda en donde se guardaban los libros. Y así se perpetró el saqueo.
Odriozola se quejó al entonces embajador de Estados Unidos, Isaac Christiancy. En su carta, escribió una verdad implacable: “apropiarse de archivos, gabinetes de física y anatómicos, obras de arte, instrumentos o aparatos científicos, y de todo aquello que es indispensable para el progreso intelectual, es revestir la guerra con un carácter de barbarie…”. Le resultaba indignante el que la apropiación de instrumentos universitarios de las escuelas de Arte, Minas, Medicina y otros objetos de uso puramente científicos fuesen considerados botín de guerra.
“Desde ese momento principió el saqueo descarado de ese sagrado depósito (…) Se cargaban carros con toda clase de libros, que se llevaban a casa de los chilenos y de allí, después de escoger lo que les convenía, el resto lo vendían en el mercado al precio de 6 centavos de libra, para envolver especias y cosas por el estilo”, escribió el historiador peruano Mariano Paz Soldán en su “Narración histórica de la guerra de Chile contra Perú y Bolivia”, publicada en 1904.
Pero no solo los peruanos sintieron esta indignación. Y uno de ellos fue el sabio polaco y ex rector de la Universidad de Chile, Ignacio Domeyko, personalidad prominente en la intelectualidad de entonces.
Domeyko no comulgó con la encomienda que le diera su gobierno de clasificar el botín limeño. “Es la más desagradable y antipática, pues me recordaba lo que habían hecho los rusos con muchas bibliotecas y colecciones de la Universidad de Vilna”, escribió en su autobiografía. Pero, debió hacerlo, y entre el lunes 22 y el miércoles 24 de agosto de 1881, con el título “Lista de libros traídos de Perú”, se publicó en el Diario Oficial de la República de Chile su informe de 16 páginas, dirigido al ministro de Instrucción Pública con los libros y objetos de ciencia robados en Lima que llegaron a la Universidad de Chile.
La Intendencia General del Ejército había mandado un total de 103 grandes cajones y otros 80 bultos. Domeyko separó en cuatro grupos los objetos recibidos: el primero, de “instrumentos y aparatos para la enseñanza de la física y de la química, y una colección de muestras para química orgánica y farmacia”; el segundo, de “preparaciones anatómicas”; el tercero, de “objetos de historia natural”; y el cuarto, de libros. Además, el botín incluía una gran colección geológica de rocas. Sin duda, lo más valioso era –según Domeyko– “los más de 10 mil volúmenes”, muchos de ellos del siglo XVI y XVII, incluidas numerosas joyas bibliográficas universales.
Solo quedaron 730 libros de los más de 56 mil que poseía la Biblioteca Nacional en 1880. Así lo consignó el informe elaborado por Ricardo Palma para el Ministerio de Justicia, cuando recibió el encargo de levantarla de sus cenizas.
Estos son algunos libros valiosos consignados por Ignacio Domeyko en su inventario de 1881.
• Jasonis, Conciliarum (1534)
• Golius, Lexicon arabicum latinum (Leiden, 1653)
• Los triunfos de Petrarca (1555)
• Crónica de don Juan Segundo (“edición gótica de 1543 mandada a imprimir por Carlos V”)
• Histoire general de voyages (1747) (17 volúmenes)
• Juan González de Mendoza, Historia de China (Amberes, 1596)
• Plutarco, Obras (1551)
• Padre Madariaga, Del Senado i de su Príncipe (1555)
• Crónica del Rei don Rodrigo (1549, “edición gótica de Toledo”)
• Diderot y D’Alembert, Encyclopedie del XVIII (35 tomos)
• Pimentel, Arte de navegar (en portugués)
• Toldrá, Justificación histórica de la venida del apóstol Santiago a España
• Lipenu, Bibliotheca philosophica (1682)
• Arte de verificar las fechas (incompleta)
• Garibay, Compendio de las crónicas… (1628)
• Antonio de Herrera, Agricultura jeneral (1790)
• Aimondi, Cronicon Francorum (París, 1603)
• Artes de la Inquisición española
• Juan de Mena, Las Trescientas
•Biblioteca clásica latina (151 volúmenes)
• Giovanni Galluci, Teatro del mundo i del tiempo (1611)
• Garcilaso de la Vega, Historia General del Perú (Córdoba, 1617)
• Imperatum Romanorum (Zúrich, 1559, “notables los grabados y la edición”)
• D’Orbigny, Dictionaire d’histoire naturalle (París, 1861, 11 volúmenes)
• Cédulas Reales (1563)
• Annales d’ygiene publique (80 volúmenes)
• Fray Luis de León, Cartas pastorales Biblia latina (1550)